Antecedentes

En 1996[1] se publica en la Revista Española de Medicina Nuclear el Nomenclátor de la Sociedad Española de Medicina Nuclear. En él se recogían todos los procedimientos que se practicaban en aquél entonces en medicina nuclear y se les asignaba un nombre descriptivo, con la finalidad de “disponer de términos normalizados para ser utilizarlos tanto en las publicaciones científicas como en documentos administrativos”. Se planteaba la revisión y actualización de este nomenclátor semestralmente, al objeto de incorporar los nuevos términos que fuesen surgiendo y adecuándolos a las innovaciones introducidas. Los términos se clasificaban en varios epígrafes por área: cardiología, endocrinología, gastroenterología, hematología, nefrourología, neumología, neurología, aparato osteoarticular, oncología, enfermedades infecciosas y autoinmunes y tratamientos. Se añadía también un anexo en el que se registraban los distintos radiotrazadores opcionales que podían emplearse en algunas de las exploraciones.

En 1999[2] y en 2001[3] se publicaron en la REMN sucesivas revisiones del Nomenclátor de Exploraciones de Medicina Nuclear, identificándose la actualización con el año de su publicación.

En ambos casos se utilizó una clasificación, por sistemas y patologías, que agrupaba exploraciones y tratamientos de Medicina Nuclear, asignándoles el nombre que las definía. La finalidad del Nomenclátor era, según se decía explícitamente, “disponer de términos comunes para usarlos en presentaciones y publicaciones científicas”.

Es decir, en este momento y dado el escaso desarrollo de los Sistema de Información en el ámbito de la gestión sanitaria, no se planteó su uso como herramienta de extracción sistemática y automatizada de la información, aunque se sugería que se debería procurar utilizar el Nomenclátor de la SEMN, especialmente en clasificaciones y listados administrativos o económicos.

Posteriormente, en 2007 se publicó la última revisión del Nomenclátor, realizada por el Grupo de Trabajo de los Dres. Lomeña, Llamas, Alonso-Farto. García-Solís, Freire y Carreras y aprobado por el Comité Ejecutivo de la SEMN. Dicho Nomenclátor se entendía como “una relación consensuada, normalizada y ordenada de los procedimientos diagnósticos y terapéuticos que se realizan en Medicina Nuclear[4]. En esta versión se introdujo la asociación de un código numérico a cada procedimiento, constituido por cinco dígitos. Los dos primeros identificaban al grupo funcional; el tercero, la técnica y se reiniciaba para cada grupo funcional. Así, el significado en los grupos de procedimientos de diagnóstico por la imagen era distinto del significado en el grupo de Tratamientos. Los dos últimos dígitos se asignaban de manera consecutiva en orden alfabético desde el primer momento de empleo.

En la actualidad, coexisten con el Nomenclátor de la SEMNIM otros catálogos de procedimientos en Medicina Nuclear de ámbito regional, utilizados por distintos Sistemas de Salud autonómicos, que aunque han avanzado mucho en su estructura y concepción para adecuarse a los nuevos Sistemas de Información, dificultan la comparabilidad de actividad y costes entre Unidades de distintas Comunidades Autónomas.

Es de resaltar la importante labor de codificación realizada por los grupos de distinto ámbito territorial, tanto a nivel nacional como autonómico, gracias a la cual, el punto de partida para esta revisión es muy ventajoso.

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